Primera novela

Se sentó en una silla de madera y paja, como las que tenía en el patio de la casa de su abuela. Se sentó al revés, contemplando el río, con los brazos apoyados en el respaldo. Con un vaso en una mano, conteniendo la cerveza helada y espumosa; con el cigarrillo en la otra mano, y el indefinido placer de verlo consumirse entre sus dedos, lentamente, como el milenio que se estaba yendo.

Vio los fuegos artificiales y los cohetes que surcaban el cielo para terminar sumergidos en las aguas calientes. Escuchó durante algunas horas las explosiones, hasta que fueron diluyéndose en la noche eterna. Cuando cundió el silencio, comenzó el examen de su memoria…

Con la primera claridad, dejó de recordar. Se levantó de la silla. La acercó a una antigua mesa sobre la cual había dejado papel en blanco. Escribió las primeras líneas sabiendo con certeza que nacía su primera novela, que debía inventarse otra historia de su vida y que, si aquella predicción gitana se cumplía, lo atraparía en plena búsqueda de eso que algunos llaman felicidad.

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