Siempre nos quedará Rosario, mi nouvelle

      Había caído la tarde, caminaba a orillas del mar, no hacía frío ni calor, contemplaba el horizonte que estaba allí nomás, al alcance de mi mano, a unos metros. Siempre tuve cierto temor de caminar descalzo, sin embargo, mis pies sobre esa extensión infinita de arena sentían un placer inmedible. A lo lejos, en un extremo poco iluminado de aquella playa, apareció una mujer que se acercaba hacia mí, a paso lento. Cuando estuvo mucho más cerca, su voz, al mencionar mi nombre, me hizo dar cuenta de que era Cecilia, aunque su rostro era el de Jennifer O’Neill. Cecilia Jennifer me tomó la mano y me llevó hacia el agua.

Un pasaje de mi nouvelle Siempre nos quedará Rosario. Podés conseguirla en librerías amigas. Buscala. Te vas a enamorar de esta historia.

                                                 

Anuncio publicitario